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Mi diario de a bordo

Mis Letras: «Dietas al volante» – Mención de Honor Certamen de Relatos Carmen de Michelena – Octubre 2007

17 comentarios

Este ha sido mi primer (y espero que no último) relato premiado. Espero que os guste.

 “DIETAS AL VOLANTE”

La dieta me está devorando. El intelecto, quiero decir. ¿Cuántas neuronas dicen que tenemos las mujeres? ¿Dos? Pues el régimen me ha trastocado al menos una de ellas.

Si no, ¿cómo se explica que el Megane burdeos que tengo delatnte se haya transformado en una enorme tarta de arándanos que en lugar de tener ruedas, se desliza gracias a cuatro deliciosos donuts de chocolate?.

Por cierto que el Megane no se mueve y llevo más de diez minutos detrás de él; desde el cruce Recogidas – Martínez Campos más o menos. Nuevecito nuevecito y con los cristales tintados además, así que no puedo “acordarme” de todos los calvos al volante por si luego resulta ser un ejecutivo de melena engominada. No, si al final llegaremos tarde al colegio y eso que llevo desde las siete en pie, para tener tiempo de purgar mi estómago con la enésima infusión de hierbas antes de despertar a las niñas, darles el desayuno, vestirlas, prepararles la bolsita de cuadritos rosas y blancos con la merienda y salir pitando de casa.

¿Bajo qué conjuro asfáltico rodaba hoy mi coche?

Ah… por fin el semáforo cambia y el Megane se decide a arrancar y…y ¡no! Va a entrar en “mi” cochera. Las niñas llegan tarde hoy, fijo. Seguro que quien conduce el Megane burdeos es un hombre, que, ni está a dieta, ni ha despertado a sus retoños, ni ha luchado por embutirles en sus sosos uniformes grises, ni se ha purgado muy de mañana con una infusión. Seguro que le importa poco si hoy en la escuela es el día de la fruta o toca sandwich y por supuesto se tomará todo el tiempo del mundo en echar el freno de mano, sacar de la guantera la tarjeta de acceso al parking, introducirla en la ranura de la maquinita, escuchar el beep de “aceptado, puede ud. pasar”, recoger la tarjeta, volver a guardarla en la guantera, encender las luces, quitar el freno y deslizarse suavemente por la rampa, no se le vayan a fastidiar los amortiguadores de su recién estrenada máquina a motor. Y sí, por supuesto que encontrará aparcamiento en la primera planta, justo en mi plaza favorita, al ladito mismo de la puerta de salida, desde la que puedo salir zumbando en busca de las escaleras, en lugar de esperar estresada la llegada de ese ascensor decimonónico que no guarda memoria y siempre, siempre, pasa de largo en mi parada, ya esté yo esperandólo en el segundo, cuarto o quinto piso.

Desde luego el conductor del Megane burdeos no estará estresado porque a las nueve “o’ clock” cierren el portón de educación infantil y no tendrá que bajar la calle para llegar a la otra puerta, llamar al timbre y soportar la mirada displicente de la secretaria-portera que te regaña en silencio porque has vuelto a llegar tarde, porque le vas a pisar la escalera recién fregada, porque tus niñas se van a perder la asamblea de entrada, tan educativa y necesaria a tan tiernas edades.

Pero cabe otra posibilidad: que el conductor del Megane no consiga plaza en la primera planta y entonces se pasee a -5 km/h por los diversos niveles del parking, presentando la nueva adquisición al resto de cuádrupedos motorizados ya estacionados, hasta que encuentre “EL SITIO”, ese aparcamiento único y ansiado, privo de columnas y ausente de todoterrenos voraces que se comen la mitad de la plaza que queda enmedio, obligándote a subirte al capó, entaconada y con las niñas a la espalda.

Tampoco sabe nada ese conductor de las ganas que tenía yo de que ese coche no fuese un Megane burdeos, si no un Polo verde pistacho, el Polo de Juan Pineda, arquitecto y padre de una compañera de clase de mi hija la mayor. Un Polo mimado y limpio-limpísimo, tal y como había comprobado días atrás, durante un escarceo discreto ojeando en el interior del vehículo.

Si ese coche fuese el Polo pistacho de Juan Pineda, nuestras niñas se saludarían y por consiguiente nosotros también y esa mañana sería divina porque su “buenos días” profundo me recorrería íntima e indecorosamente. Entonces él, galante y caballeroso esperaría con la puerta de salida abierta, llamaría al ascensor (a él el aparato le haría caso, desde luego), yo le daría un poco de conversación a su pequeña y él con mano temblorosa apretaría el botón de planta calle y juntos recorreríamos los cien metros hasta la escuela y nos achucharíamos en la entrada con tantas madres y niños por doquier, como aquella otra vez en el ascensor que me rozó sin querer queriendo y yo no pude evitar pensar qué sensaciones me producirían esas manos de pianista acariciando mi nuca escondida tras la bufanda y …

No, no podía perderme todo eso por culpa de un estúpido Megane burdeos recién salido del concesionario, así que decidí tomar el atajo, bajar a la tercera planta saltándome dos tercios de la segunda, conduciendo contromano a toda velocidad unos cincuenta metros pero…¡ay! Un Fiat Punto está aparcando y tengo que frenar hasta que finalmente puedo colarme, acelero, giro y sin mirar encauzo la rampa de bajada a la tercera planta y… ¡mamá! Gritan las niñas y yo oigo un ruido de chatarra ferruginosa quejarse y… ¡no puedo creerlo! He ido a chocar precisamente con el Megane nuevecito y ahora el conductor se bajará hecho un energúmeno y las niñas se echarán a llorar y no, no puedo ni mirar a la figura masculina que se acerca…”niñas, tranquilas no ha pasado nada” les digo, bajando avergonzada la ventanilla y deseando que el hombre sea amable por una vez en su vida y no me humille allí delante de mis hijas y…

-Llegamos tarde ¿eh? – escucho mientras abro cabizbaja la puerta, para luego sorprenderme cara a cara con Juan Pineda, el arquitecto, que debe haberse comprado coche nuevo.

-¿Llevamos a las niñas y rellenamos el parte en el Alfaguara? – me consulta y yo pienso que se ha dado cuenta de que yo también desayuno allí, en la otra punta del bar, claro, y la perspectiva de compartir mesa, tostada integral y capuccino me deja sin habla, hasta que las niñas chillan “¡que llegamos tarde!” y yo me meto de nuevo en mi arrugado Corsa mientras considero que después de todo esa sí es una mañana divina porque sus palabras al cerrar mi puerta me acompañan:

Por cierto…estás cambiada ¿verdad?.

Autor: valeriatittarelli

Redactora freelance, community manager y bloguera. Investigación y generación de contenidos para redes sociales y blogs. Artículos, notas, reportajes.

17 pensamientos en “Mis Letras: «Dietas al volante» – Mención de Honor Certamen de Relatos Carmen de Michelena – Octubre 2007

  1. Enhorabuena! Qué premio te han dado?
    Me ha encantado.

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  2. Valeria, es muy buena opción para lo que hablamos ayer!! Coincido con Cris.
    Engancha, tiene ritmo… genial!

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  3. Me alegro de que os guste chicas.
    Cris: una mención de honor, el premio Carmen de Michelena: noche de hotel, desayuno, ágape post acto, 5 libros con el relato publicado, libros de Francisco Ayala, una botella de aceite Virgen Extra. Publicación foto en el periódico de Jaén y lo mejor: que fue el primero. Y me dió igual que no tuviese dotación económica.

    Carmen: tú crees que nuestro chico estaría dispuesto a leerlo?? Por mí perfecto. Igual incluso queda más gracioso que este relato concretamente sea leído por el género masculino. Imagínate la voz diciendo «se desliza gracias a los donuts de chocolate…»

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  4. A mí este relato me encanta, Valeria. Es muy, muy bueno. Enhorabuena también por el premio. Feliz día

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  5. Pero es un premio que te dieron hace tiempo o te lo han dado ahora? Me estoy liando…

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  6. Gracias Anabel.
    Cris: me lo dieron en octubre pasado.

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  7. Bueno, se va a decir que es tuyo. Además yo tengo relatos en primera persona de un chico, y los siento míos. Yo creo que sí. Él es todo bondad, jaja. Pero lo que tú quieras.

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  8. Me parece que al final voy a tener que leer yo. Y será la primera noche que se escuchen abucheos en ese antro de letras…

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  9. Bueno, pues ya me contaréis para cuando está prevista la presentación en el Anaïs.

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  10. El lunes 21 de enero. Pero no tengo claro aún qué relato se leerá. Tengo mis dudas….

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  11. Eso es ya, no es que tengas mucho tiempo para enviarlo para que te hagan los librillos!

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  12. Me lo pienso durante la noche!!!!! Quizás sea más apropiado el «Algo me duele», ¿qué opinas?

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  13. Me gusta mil veces más este último. Pero es tu noche: tú decides.

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  14. ayyyyy, no sé!!!

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  15. Yo que tú cogería un relato fuera de concurso, que luego pasa lo que pasa…Y sino, pregúntale a Ginés lo que le pasó con uno…

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  16. hola guapa. Muy bueno, pero que pena a mi no me puede pasar eso no tengo ni carnet de conducir ni coche…

    Nos veremos pronto estoy enfermita…

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  17. Felicitaciones 🙂
    Siempre ayuda recibir una «palmada en la espalda».

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