Hoy brindo por…

octubre 30, 2008 de valeriatittarelli 12 comentarios

¡Muy Buenos días!

Hoy brindo por:

-Esas personas que están ahí, que con una simple llamada acuden a mostrar apoyo (hay pocas, pero haberlas haylas), va por ti, florecilla).

–Por la vida, que no hace más que darte lecciones. Anoche, a los diez minutos justos de desear intensamente que ocurriera una cosa (agradable), ocurrió justamente lo contrario. Una lección de humildad sin duda. Y eso que dicen que hay que tener cuidado con lo que se desea, que luego se cumple y… Pues ni por esas. Menuda suerte la mía. Claro que todo siempre ocurre por algo. A ver qué leñes es. Jajajaja.

Me olvidé de poner musiquita. Y esta canción me la dedico muy especialmente a mí. Es tiempo de cambiar, total y definitivamente. Hasta que no lo haga, hasta que no me crea lo que soy, nadie va a hacerlo por mí.  La canción habla de otra cosa. La dedico también a quienes se han llevado un susto de muerte hace poco más de una hora en Pamplona. Odio por amor, es lo único que se necesita.

 http://es.youtube.com/watch?v=XDbXDcooVlM

                                                                        Os recuerdo que mañana Cristina Gálvez presenta su libro de relatos «Monstruos Cotidianos» (Editorial Traspiés), en el Museo Casa de los Tiros, a las 19.00h.

Cristina Gálvez García nació en Melilla en 1978. Publicó su primer libro de relatos, «Afinidades», (Ediciones Traspiés) en el año 2002. Ha recibido varios premios de relato y ha sido incluida en antologías como «Cuentos del alambre», o «Ficción Sur», ambas en Ediciones Traspiés. Así como en el volumen «Relatos para leer en el autobús», editado en el año 2007 por Cuadernos del Vigía.

Cristina Gálvez muestra en este volumen una voz narradora sólida y bien articulada, con personajes cuya originalidad consiste precisamente en esa normalidad que sus relatos desmienten casi de inmediato, y que ella despliega ante el lector con una voz entre sosegada e irónica. Sus escenas matrimoniales, sus manías inconfesables o sus memorias crueles, terminan resultando familiares para quien se interese en leerlos. Tan familiares como cualquier monstruo cotidiano.