IoSonoValeria

Mi diario de a bordo


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Cuando menos piensas

       sale el sol.

¡Muy buenos días!

Hoy algo más de frío, ¿verdad? ¿Pero qué me decís de ese solecito que brilla hoy en Granada? Fantástico, acogedor, precioso, parece hecho a propósito para despedir a Enrique Morente. La capilla ardiente se instalará en el Teatro Isabel La Católica a partir de las 12.00h. Un último adiós a un grande.  Algunos de los que se acercarán por allí serán Luis García Montero (que leerá poemas de García Lorca) y Laura Lorca (que hará lo propio).

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Así, como quien no quiere la cosa… estamos en Navidad. Y comienzan a llegar felicitaciones de parte de los amigos. Por ejemplo, ésta de Ángeles Prieto Barba, con dedicatoria y tó:

Para mis amigos más queridos, Muy Feliz Navidad, con un pequeño cuento improvisado. Un poco de edulcorante navideño después de un año de vampiros, hombres lobo, hombres del saco, brujas, rubalcabas, momias, zombies, destripadores, trepanadores, controladores, alarmistas de toda laya y múltiples recortes sociales.

CUENTO MARINO DE NAVIDAD

Desde que la informática se adueñó del tiempo, y tantos amigos nuestros extraviaron sus vidas felices pendientes de una pantalla, nosotros decidimos reunirnos por la tarde todos los fines de semana. Y así seguimos acudiendo Norberto, Luis, Ángel y yo, de viernes a domingo, a la esquina izquierda del mirador de la playa como adoradores de Atón, atentos al último fulgor del sol escondiéndose en las aguas, mientras conversábamos de lo humano y lo divino, nuestras grandezas sin reconocer y el largo memorial de agravios que la sociedad merecía por no tratarnos como debiera, mientras esperábamos un rarísimo rayo verde en aquellas puestas, ese que anunciara el fin de nuestras desgracias. Pero durante la primera temporada, nunca olvidaremos que una viejecita descuidada y febril, a la siempre precedía un intenso olor a algas, nos acompañaba silenciosa en el espectáculo desde su silla de ruedas, arrebujadas las piernas en una manta. Anciana absorta que nunca hablaba, más bien se limitaba a sonreír mientras dirigía su mirada al horizonte y rara vez se fijaba en nosotros, ni tampoco participaba en nuestras conversaciones, salvo aquel día de diciembre en que Norberto, con motivo de su cumpleaños, apareció con una bandeja de pasteles navideños e irresistibles, con perfume a manzanas. Aunque tras ofrecérselos, aquella mujer aceptó coger uno para apenas mordisquearlo, despidiéndose luego de nosotros muy apresurada.
 
Es sólo que tres fines de semana después de constatar su ausencia y bromear sobre los dulces caseros de Norberto, pues acaso, con sus sabores intensos, espantara a la buena señora, que apareció Ángel demudado mostrándonos, al otro lado del arrecife, una silla de ruedas abandonada, con una manta encima, sobre la arena seca. Simple casualidad, señaló Norberto, restándole importancia, para asombrarse más tarde al descubrir que había cuatro pequeñas caracolas blancas justo sobre la esquina izquierda del mirador donde con ella nos encontrábamos. Y de inmediato cada uno de nosotros las agarramos, acercándonoslas a la oreja para así escuchar con las mismas no nuestras quejas, sino un oleaje intenso, aunque Norberto también perjurara haber oído una sola palabra: gracias. Caracolas que nos distrajeron ese día de contemplar la hermosa puesta de sol, con rayo verde incluido, y que se convirtieron muy pronto en nuestros fetiches inseparables, porque fue justo en la siguiente semana que Norberto logró publicar su primer libro, Luis conoció a su novia, a Ángel dejó de dolerle el costado y yo encontré trabajo, felices circunstancias que, con sorpresa y carcajadas, muy contentos celebramos. Aunque de la anciana, nunca más supimos.
 
Es por ello que, desde que la informática se adueñó del tiempo de los otros, nosotros seguimos reuniéndonos en la playa esta vez para buscar sirenas. Aunque también creemos en las hadas.

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Más Navidad. Éstas… pelín más macabras, jajaja. Mensaje de nuestro barbas, Julián Sánchez Caramazana:

¡¡¡¡FANTASÍA
                 TERROR
                               CIENCIA FICCIÓN
                                                          MIEDO…!!!!
                                                                        MICROCUENTOS…
 
UN INVIERNO SANGRIENTO Y MACABRO PARA LECTOR@S DEPORTISTAS DE RIESGO, AVENTURER@S Y VIAJER@S
 
VENIDOS DEL MIEDO (Ed. Páginas de Espuma)
 
PEDIDOS E INFORMACIÓN SOBRE OFERTAS Y OTROS TÍTULOS DEL AUTOR:
EJEMPLAR FIRMADO PERSONALMENTE. 15 euros + 5 euros de gastos de envío por correso postal urgente (ingreso en nº de cuenta que se facilitará y envío después de dicho ingreso).
 
EJEMPLARES A PUNTOS DE VENTA ONLINE, LIBRERÍAS Y TIENDAS ESPECIALIZADAS: 20% EN CONCEPTO DE MARGEN.
 
Julián Sánchez
TFNO: 629 007473
MAIL: jsperiodista@telefonica.net

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Y ya que vamos de cuento y de cosas que ocurren en Navidad, hoy os dejo uno mío, para que no se diga. Espero que lo disfrutéís:

EVIDENCIAS

Es evidente que me estás buscando las cosquillas, siseo mientras me fijo cuidadosamente en las diez chicas que tienes agregadas en tu caralibro.

La cosa tiene miga. O sea, que tienes la invitación para “ser mi amigo” desde hace una semana. Y no me admites. Pero el número de amiguitas que figura en tu perfil, sigue subiendo. Llámala intuición femenina, será sexto sentido o que mi ángel de la guardia está en acción, pero esa tal Liliana me tiene mosca. No tanto por lo guapetona que es, (que lo es la muy…), sino porque nunca me has hablado de ella, ni de refilón. Es una jodienda que no pueda ampliar su foto. La curiosidad me corroe. De la fea, de la malsana. Porque yo quiero saber. A ver, para empezar … ¿porque ellas están y yo no?. Está claro que novios no somos. Pero tampoco amigos-tema … ¿o sí?. ¿Los follamigos se van de compras juntos? ¿planean viajes? ¿compran un décimo de lotería de Navidad a medias a ver si les toca?. No, no somos de eso. Quizás seamos solo amigos, compartamos sábanas de vez en cuando y nos tengamos cierto cariño.

Pero es que amigos-amigos pues no, tampoco. Y te explico el porqué. Si fuera una buena amiga tuya, yo estaría en el facebook de las narices. No tendrías nada que ocultarme.

Además el tema es más peliagudo aún. Resulta que yo a esta historia virtual llevo apuntada desde hace meses. Lo típico, te invita una amiga y estás obligada a crearte el perfil, puse cuatro chorradas y ni me acordaba. Aquí está el quid de la cuestión. Fuiste tú, ¡sí!, tú, a preguntarme cómo iba el tema. Y eso, que me lo recordaste y me puse manos a la obra, actualicé mi perfil y te invité.

A ti el primero, claro. Imagínate la cara que se me quedó cuando la pantalla me dice que no puede ser. Que tú ya eres chico caralibro. Que como mucho te van a mandar un mensaje informándote de que quiero ser tu amiga. A estas alturas. Después de ocho meses. Sí, hemos tenido tiras y aflojas. Subidas y bajadas. Pero coño, Fran, ocho meses son ocho meses, ¿no?

Mal, muy mal que me quedo, claro. El siguiente paso es inevitable. Estás tú, pero ¿quién te acompaña? Y claro, no seré tu amiga, pero ese dato sí que lo suelta el invento del demonio ese. Y la primera, pero la primerica que me llama la atención es Liliana. Morenaza, sonrisa preciosa, labios carnosos … Dejo pasar los días. Bueno, uno solo, porque a la mañana siguiente vuelvo a mirar quién anda por tus amistades virtuales. Liliana sigue allí, ella, tan bella. Se han añadido un par de chicas más, pero, mira lo que te digo: que no me preocupan ni mijita. Pero Liliana … esa sí, que sí.

Quiero saber. Quiero que me admitas. Quiero leer qué leñes escribes en su pared, digo en su muro. Y, en caso necesario, desmonorarlo, ladrillo a ladrillo.

Porque aquí o allí, vamos, en la pantalla, hay tomate. Fijo. A mí la intuición no me falla.

Dejo pasar otro día. Sigues sin admitirme y ella sigue ahí, burlándose en mi cara con esa sonrisa pícara, como diciendo .. ¿jode, eh? La madre que la parió. Ella está, comparte algo contigo, mi amor. Y a mí me estás excluyendo. Malvado. Pérfido. No tienes corazón.

Al séptimo día la neurosis ha llegado a límites insospechados. Me tienta la idea de incurrir en delito. Bueno, a lo mejor si me pillaran sólo me pondrían una multa. ¿Y qué es una pequeña sanción comparada con la adrenalina de poder saber qué me ocultas de la tal Liliana? Me pongo a ello. Me creo un perfil nuevo en facebook. Como un tío, claro. Me invento un nombre, pongo una foto de Hugh Grant, indico estudios, procedencia, edad. Lo preparo todo. Busco a Liliana en la red. Encontrármela ahí me satisface tanto como un microrgasmo. Pero la chavala es lista y al ponerla en google sólo aparece su perfil, que es privado, pero nada más. Le escribo un mensaje. Algo así como: “hola, que tal, me apetece tener una linda amiga venezolana”. Ah, claro, he averiguado sin saber ni como, que la chica vive en Caracas. Y que es locutora de radio. Y que tiene 29 años, nueve menos que yo. Releo el mensaje una y otra vez. Es bastante light, seguro que ella ni responderá, me digo. Ha pasado ya una semana desde que intenté que fueras mi amigo, Fran. Tiempo suficiente para que tú te hubieses decidido a admitirme. ¿En qué estás pensando?

Mi mano derecha comienza a titubear encima del ratón del ordenador. Mi dedo corazón no hace más que darle a la ruedecilla, arriba y abajo. La tentación de tener algún tipo de contacto con Liliana es muy fuerte. Quiero conocerla, saber más. Si está en Caracas o aquí, en mi ciudad. Si es que vino de vacaciones y ya se fue. Cuanto tiempo ha pasado contigo, mi amor, mientras yo te compraba los regalos de Navidad. Si habéis respirado juntos alguna noche.

El dedo índice está febril. Quiere que pinche en la casilla de enviar. Me lo pienso. Si lo hago no hay vuelta atrás. Te necesito. Necesito que seas tú quien me informe sobre ella. Pero no me dices nada. Maldito facebook. Maldita Liliana. Maldito tú.

Descarto el mensaje, lo dejo en borradores. Prefiero no saber. Opto por esperar un poco más. Elijo creerte honesto. Creo que te mereces que crea en ti. Que no sospeche. Que no investigue. Pero qué ganas, qué ganas tengo de saber.

En ese momento me llaman del salón de estética, consiguiendo que deje de pensar en ti, durante algunos breves segundos. Pero al otro lado de la línea no hay buenas noticias. Resulta que tú, amor, le has dado el bono de rayos uva que te regalé en nochebuena a Liliana. Y mi amiga, la dueña del centro, me pregunta si estoy al tanto. Claro que sí, le digo. Es una amiga de mi Fran, de mi amor. No necesita autorización.

Envío el mensaje.

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Me despido por ahora con el anuncio de Freixenet. Que me ha gustado a mí ese «cuando menos lo piensas, sale el sol». http://www.freixenetshakira.com/

PD: hoy, más que nunca, no os olvidéis de sonreír.


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Bonjour!

Muy buenos días, navegantes… ¿Cómo ha ido el fin de semana? Espero genial…

Hoy voy a dedicar el post a las buenas nuevas de nuestros amigos escritores, comenzando por:

a)  Un completísimo artículo de Puerto Gómez Corredero sobre la poesía de Emilia Oliva. Ha sido publicado en La Náusea e incluye una serie de poemas de Emilia que no os dejarán indiferentes: http://lanausea2000.blogspot.com/ .

…y:

b) Víctor Lorenzo Cinca ha visto como su «El Naúfrago» , un logradísimo microrrelato sobre la ironía de la integridad llevada a su extremo, ha sido elegido finalista en el VIII Certamen Internacional de Microcuento Fantástico MiNatura 2010.  En breve será publicado en el dossier especial que la revista MiNatura (http://www.servercronos.net/bloglgc/index.php/minatura/) está editando con la ganadora y los finalistas del concurso. Aquí está la obra:

     EL NÁUFRAGO (Víctor Lorenzo Cinca)

Como cada mañana, desde hace ya más de tres años, escribe un mensaje en una hoja de papel, lo enrolla con mucho cuidado y lo mete en una botella vacía. La sella con un tapón de corcho y se dirige a la playa para lanzar al mar su dosis diaria de esperanza. Ha pasado todo este tiempo solo, sin poder hablar con nadie, aislado del mundo, pero hace ya unos meses que le acompañan en la isla un par de amigos imaginarios, fruto del delirio de su soledad, con los que puede compartir sus preocupaciones. Al principio no se caían muy bien, pero poco a poco, prestándose ayuda mutua en los momentos difíciles, han ido fraguando una buena relación de amistad, se han ido haciendo inseparables.

Se acerca a la orilla con la botella en la mano y ve aproximarse una pequeña embarcación a remo, botada de un barco anclado a lo lejos, con cinco tripulantes que gritan como locos y agitan los brazos en alto. La botella le resbala de la mano y cae a sus pies. Ya en la arena, se abrazan los seis y el náufrago rompe a llorar, les da las gracias, besa sus manos, se arrodilla ante ellos y, finalmente, les advierte que no subirá a la embarcación sin sus dos compañeros de isla. La tripulación, sorprendida, emprende la búsqueda y pese a rastrear durante horas el lugar, no consigue encontrar a nadie. Aconsejan al náufrago, sospechando ya de su locura, que los acompañe al barco y se olvide de sus compañeros imaginarios pero él, con firmeza, insiste en que no son imaginarios, y que de ningún modo subirá sin ellos.

Tras una larga discusión, los cinco tripulantes suben indignados a la embarcación y se dirigen de nuevo al barco, dejando al náufrago en la orilla, orgulloso de su lealtad y su compañerismo, con una sonrisa en los labios que sólo se le borra cuando distingue, en la popa del barco que empieza ya a alejarse, a sus dos amigos imaginarios agitando unos pañuelos en señal de despedida.

(Mi más sincera enhorabuena a Víctor; os recuerdo su blog, Realidades Para Lelos, donde podréis leer más sobre su escritura: http://realidadesparalelos.blogspot.com/ ).

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Os dejo un relato de Manuel Mejia G., leído en facebook. Menuda (estupenda) forma de comenzar un cuento:

Manuel Mejia G      JUSTICIA MATERNA  (Manuel Mejia G.)

Esta vez la bofetada fue tan espectacular que hasta la sintió el lector, unos taparon sus ojos para no saber más y otras cerraron el libro para no ver recuerdos. Fue fuerte, sí, tanto que todo el cuerpo de Diana se echó de pa´atrás, perdió el equilibrio y fue a golpearse la cabeza con la esquina de la mesa que soporta con elegancia la foto de matrimonio, ambos bellos y de blanco, inocentes, aunque mentimos al decir bofetón, ya que fue un golpe con los nudillos, hacia adentro, logrando dejar un diente bailando. Le dolió la cabeza por el golpe con la mesa, más la boca, sentía el diente suspenderse, aunque lo peor fue la quijada, el epicentro de todo. Fernando en forma inmediata fue en su ayuda, a levantarla, socorrerla, que perdóname, amor, que tu sabes que me voy, que no controlo, y en efecto se había comenzado a ir cuando vio a Diana llegar de la calle, que la cogió a gritos, que pareces una puta, una puta, una fulana de la calle, a empujarla con vehemencia, a darle irónicos golpecitos con los dedos sobre sus cachetes, puta, que eres puta, que se te ven todas las tetas, que mira como sales a la calle, provocando, ¡pero qué dirá todo el mundo!, claro, que la hueva del tercero b tienes unos cachos que le llegan hasta el cielo, que se te ven las tetas, Diana, ¿o no te das cuenta?, y solo fue que Diana dijo que mira Fernando que no es para tanto, que tengo todo cerrado y solo se ve una esquinita del sostén, que no es nada, y ahí él comenzó a calentarse y se fue de más a más y acabó como se ha relatado. Ella salió de su casa, sin mirar, tomando el primer abrigo que sus manos tocaron, como cuando uno introduce una mano en la bolsa del mago para extraer quién sabe qué. La última vez había ido al parque de enfrente, a hablar con su conciencia y con dios. Ambos habían perdonado, la conciencia porque también el tiene su puntico de razón y dios con todo ese cuento de ofrecer la mejilla, o algo así. Ahora fue donde su madre a buscar mejor consuelo. Consuelo, su madre, la recibió con un cariño inimaginable, le colocó toallitas húmedas en la quijada, que dolía, en el chichón de la cabeza, el diente ya estaba casi caído y después de media hora de remilgos y carantoñas le aconsejó volver con su marido, ¿tú qué vas a hacer a estas alturas de la vida, cariño?, y que si lo miras bien él hace todo esto porque te quiere, que te ama, que quiere que seas suya, sólo suya, mi amor, no te quiere compartir, y no estás sola en esto, ¿sabes? O, ¿tú no crees que tu padre también tuvo sus momentos?, que no todos los hombres son ángeles de dios, créeme. Diana volvió a su casa a eso de las nueve de la noche, sin un diente, y dijo decidida sin saber si la oían: Fer, tenemos que hablar. 

(Manuel tendrá muy pronto nuevo libro de relatos en las librerías: RELATOS Y DEMENCIAS, avisados estáis :)).

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LEÍDO AQUÍ Y ALLÁ

1.-Una reflexión para comenzar la semana. Palabras de Martin Amis en la entrevista publicada en el periódico Ideal: «El futuro pasa por que las muejres tengan más poder».  ¿Estamos de acuerdo? Podéis leer el artículo completo aquí: http://www.ideal.es/granada/v/20100927/cultura/futuro-pasa-mujeres-tengan-20100927.html.

2.-El escritor Antonio Gómez Rufo afirma en Hay Festival Segovia: Los autores deben estar en facebook. ¿Opinamos lo mismo?

http://es.noticias.yahoo.com/9/20100924/ten-antonio-gomez-rufo-cree-que-los-escr-bbad18b.html

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Os deseo una jornada estupenda. Hoy, con Dean Martin y su Sophia: http://www.youtube.com/watch?v=U104gqTGReA .

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Encontrados en el baúl de los recuerdos virtuales. Mis artículos del 2007 en YoMujer.com siguen activos, jajjaa. Me gustó releer, mi «Teoría del círculo», «Amistades rotas» y «Alguien interesante». Qué perspectivas :).  (http://www.yomujer.com/category/general/relaciones/pareja/page/2/


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¿Y por qué no habría de ser este un gran día?

 Aún a sabiendas de que me expongo a una inmediata expulsión del IPG (léase Institutum Pataphysicum Granatensis) y al volteo estupefacto de algunos rostros queridos, plagio sin más miramientos el título de un relato que (aimè) me dedicó el excelente escritor Ángel Olgoso (y Rector Magníficum) en esa perla perlísima llamada Astrolabio (por si no lo sabes, nuevo navegante, la Editorial es Cuadernos del Vigía y el libro cuesta la irrisoria cifra de 12€. Y digo yo ¿a qué esperas a comprarlo?????????):

 

LA MUJER TRANSPARENTE

 

Había una vez una jovenzuela que casi, casi, casi rozaba la magnífica cifra de cuarenta años. A decir de los demás, era un ser de luz (gracias, M.A.), una persona “solar” (gracias, papá), perfume de existencia (gracias Julián), una alegría para los malos momentos (gracias yasabesquién), un relax para tormentas “almatorias” y etc., etc., etc.

Y sí señores, pese a velas negras, envidias correosas y pérfidas vibraciones emanadas del más acá (al más allá… dejémosle, que aún no tenemos confianza con él), así es efectivamente la jovenzuela.

A esta mujercita en parte infantil, en parte luchadora y en otra (ínfima) parte malafondinga granatensis de adopción, pocas cosas hay que le afecten.

Sí, bueno… está el amor… esa maravillosa, fantástica, carcometosa sensación de mariposas en el estómago, que de vez en cuando la tormenta (qué le vamos a hacer, ella es así, enamoradiza del amor); está la salud de los suyos, que le preocupa, vela por “ellas” (sí, tesoros, sois vosotras, jeje); está el trabajo remunerado al que hay que dedicarle tiempo y esfuerzo (y más en estos tiempos, ufff).

Pero casi, casi, casi nunca, el vil metal le preocupa. Y no es que la jovenzuela sea rica, ¡ni hablar! Es que ella es tan positiva, tan idealista, tan “seguro que salgo de esta”, que el dinero no entra dentro de sus aflicciones importantes.

Y por ello la mujer transparente (y sí, es tranparente, exprofe dixit) siguió adelante y siguió y siguió y pasaron los días, los meses y casi un año, cuando, héte aquí, que la mujercita sucumbe. Se derrota. La derrotan. Llega la declaración de la renta 2007.

La encara con ánimo, pensando que quizás, tal vez, con un poquillo de suerte, unos cientos de euros ingresarán en sus polvorientas arcas…

Pues NO. No sólo los sextercios no entrarán, sino que la módica cifra de diezmil euritos, (sí, has leído bien: 10.000€) tendrá que abonar esta chiquilla a las cuentas del Estado.

Y ella, entre lágrimas (no es para menos), se pregunta: ¿en qué momento cometí el pecado? ¿fue éste de tal índole que no existe fraccionamiento ad infinitum posible? ¿aprobará el banco una ampliación de la hipoteca? ¿llegará el amor mariano a tiempo para solicitar un préstamo menor? ¿deberá la jovenzuela engarzar collares de perlas falsas en horas nocturnas para pagar? ¿o quizás vender “manualidades” en el colegio de sus hijas? (princesa Valeria: si no estuvieses durmiendo, te comería a besos por la solidaridad demostrada a tu cortísima edad, mi amorrrr).

Pero llega la noche. Y la jovenzuela es nocturna. Alevosamente nocturna. Las tinieblas la animan. De hecho, mejor no llamarla a muy temprana hora. Podría bufar. O morder según el caso. Pero perdonad, que me desvío, que no es esa la historia.

Decíamos que llegaba la noche. Y la suavidad de las horas. Y los encuentros estelares.

Y entonces… ¡oh! De nuevo el vil metal regresa al limbo de las no preocupaciones.

Ella está segura de que sale de esta. Yo también.

 

Besos mil, amigos. Lo siento, tenía que contarlo!!!!

Valeria.


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«Currículum»

 

«Curriculum»

 

Inteligente. Cualificada. Atractiva. Admirada.

Pero cuando la mariposa del amor revoloteó a su alrededor, se volvió humana.

PD: Otros posibles títulos: «Perfil del candidato» o «Vida laboral» (apuntados por el amigo y escritor Ginés S. Cutillas). ¿Qué opináis? ¿Alguna otra sugerencia?


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Mis Letras: «Dietas al volante» – Mención de Honor Certamen de Relatos Carmen de Michelena – Octubre 2007

Este ha sido mi primer (y espero que no último) relato premiado. Espero que os guste.

 “DIETAS AL VOLANTE”

La dieta me está devorando. El intelecto, quiero decir. ¿Cuántas neuronas dicen que tenemos las mujeres? ¿Dos? Pues el régimen me ha trastocado al menos una de ellas.

Si no, ¿cómo se explica que el Megane burdeos que tengo delatnte se haya transformado en una enorme tarta de arándanos que en lugar de tener ruedas, se desliza gracias a cuatro deliciosos donuts de chocolate?.

Por cierto que el Megane no se mueve y llevo más de diez minutos detrás de él; desde el cruce Recogidas – Martínez Campos más o menos. Nuevecito nuevecito y con los cristales tintados además, así que no puedo “acordarme” de todos los calvos al volante por si luego resulta ser un ejecutivo de melena engominada. No, si al final llegaremos tarde al colegio y eso que llevo desde las siete en pie, para tener tiempo de purgar mi estómago con la enésima infusión de hierbas antes de despertar a las niñas, darles el desayuno, vestirlas, prepararles la bolsita de cuadritos rosas y blancos con la merienda y salir pitando de casa.

¿Bajo qué conjuro asfáltico rodaba hoy mi coche?

Ah… por fin el semáforo cambia y el Megane se decide a arrancar y…y ¡no! Va a entrar en “mi” cochera. Las niñas llegan tarde hoy, fijo. Seguro que quien conduce el Megane burdeos es un hombre, que, ni está a dieta, ni ha despertado a sus retoños, ni ha luchado por embutirles en sus sosos uniformes grises, ni se ha purgado muy de mañana con una infusión. Seguro que le importa poco si hoy en la escuela es el día de la fruta o toca sandwich y por supuesto se tomará todo el tiempo del mundo en echar el freno de mano, sacar de la guantera la tarjeta de acceso al parking, introducirla en la ranura de la maquinita, escuchar el beep de “aceptado, puede ud. pasar”, recoger la tarjeta, volver a guardarla en la guantera, encender las luces, quitar el freno y deslizarse suavemente por la rampa, no se le vayan a fastidiar los amortiguadores de su recién estrenada máquina a motor. Y sí, por supuesto que encontrará aparcamiento en la primera planta, justo en mi plaza favorita, al ladito mismo de la puerta de salida, desde la que puedo salir zumbando en busca de las escaleras, en lugar de esperar estresada la llegada de ese ascensor decimonónico que no guarda memoria y siempre, siempre, pasa de largo en mi parada, ya esté yo esperandólo en el segundo, cuarto o quinto piso.

Desde luego el conductor del Megane burdeos no estará estresado porque a las nueve “o’ clock” cierren el portón de educación infantil y no tendrá que bajar la calle para llegar a la otra puerta, llamar al timbre y soportar la mirada displicente de la secretaria-portera que te regaña en silencio porque has vuelto a llegar tarde, porque le vas a pisar la escalera recién fregada, porque tus niñas se van a perder la asamblea de entrada, tan educativa y necesaria a tan tiernas edades.

Pero cabe otra posibilidad: que el conductor del Megane no consiga plaza en la primera planta y entonces se pasee a -5 km/h por los diversos niveles del parking, presentando la nueva adquisición al resto de cuádrupedos motorizados ya estacionados, hasta que encuentre “EL SITIO”, ese aparcamiento único y ansiado, privo de columnas y ausente de todoterrenos voraces que se comen la mitad de la plaza que queda enmedio, obligándote a subirte al capó, entaconada y con las niñas a la espalda.

Tampoco sabe nada ese conductor de las ganas que tenía yo de que ese coche no fuese un Megane burdeos, si no un Polo verde pistacho, el Polo de Juan Pineda, arquitecto y padre de una compañera de clase de mi hija la mayor. Un Polo mimado y limpio-limpísimo, tal y como había comprobado días atrás, durante un escarceo discreto ojeando en el interior del vehículo.

Si ese coche fuese el Polo pistacho de Juan Pineda, nuestras niñas se saludarían y por consiguiente nosotros también y esa mañana sería divina porque su “buenos días” profundo me recorrería íntima e indecorosamente. Entonces él, galante y caballeroso esperaría con la puerta de salida abierta, llamaría al ascensor (a él el aparato le haría caso, desde luego), yo le daría un poco de conversación a su pequeña y él con mano temblorosa apretaría el botón de planta calle y juntos recorreríamos los cien metros hasta la escuela y nos achucharíamos en la entrada con tantas madres y niños por doquier, como aquella otra vez en el ascensor que me rozó sin querer queriendo y yo no pude evitar pensar qué sensaciones me producirían esas manos de pianista acariciando mi nuca escondida tras la bufanda y …

No, no podía perderme todo eso por culpa de un estúpido Megane burdeos recién salido del concesionario, así que decidí tomar el atajo, bajar a la tercera planta saltándome dos tercios de la segunda, conduciendo contromano a toda velocidad unos cincuenta metros pero…¡ay! Un Fiat Punto está aparcando y tengo que frenar hasta que finalmente puedo colarme, acelero, giro y sin mirar encauzo la rampa de bajada a la tercera planta y… ¡mamá! Gritan las niñas y yo oigo un ruido de chatarra ferruginosa quejarse y… ¡no puedo creerlo! He ido a chocar precisamente con el Megane nuevecito y ahora el conductor se bajará hecho un energúmeno y las niñas se echarán a llorar y no, no puedo ni mirar a la figura masculina que se acerca…”niñas, tranquilas no ha pasado nada” les digo, bajando avergonzada la ventanilla y deseando que el hombre sea amable por una vez en su vida y no me humille allí delante de mis hijas y…

-Llegamos tarde ¿eh? – escucho mientras abro cabizbaja la puerta, para luego sorprenderme cara a cara con Juan Pineda, el arquitecto, que debe haberse comprado coche nuevo.

-¿Llevamos a las niñas y rellenamos el parte en el Alfaguara? – me consulta y yo pienso que se ha dado cuenta de que yo también desayuno allí, en la otra punta del bar, claro, y la perspectiva de compartir mesa, tostada integral y capuccino me deja sin habla, hasta que las niñas chillan “¡que llegamos tarde!” y yo me meto de nuevo en mi arrugado Corsa mientras considero que después de todo esa sí es una mañana divina porque sus palabras al cerrar mi puerta me acompañan:

Por cierto…estás cambiada ¿verdad?.